Y la profesora Gloria ladraba esto: - Buenos días, Yamila. Disculpa la molestia ¿Tú podrías decirle a Linda que mire su correo? Varios de mis estudiantes del aula de apoyo le escribieron y llevan días preguntándome cada cinco minutos que cuándo responde. Yo ya les dije que es una estrella con una vida muy ocupada, pero no creo que pueda resistir mucho más tiempo la situación.

Desde la finca de naranjas de sus abuelitos en Valencia, España, Linda Guacharaca, esta llanera de talla mundial, nos abre las puertas de su guarida y de su corazón y hace balance de sus últimos meses junto a su mamá. En primicia y exclusiva, Linda nos aúlla qué pasó desde que su bestseller “La vida es Linda” saliera a la calle y nos adelanta los planes de ambas hasta su regreso a Bogotá.

Mi mamá pensó que, aprovechando que teníamos por delante toda la tarde del domingo, lo mejor era avanzar en el conocimiento del Caballero, de sus hábitos y de su entorno para poder tomar una decisión. Un taxi nos dejó a los tres bípedos y dos cuadrúpedos a las puertas del castillo de Daniel, situado en el barrio de Cedritos, en el norte de Bogotá.

-¡El castillo es pequeño!, advirtió entre divertido y algo nervioso por la impresión que podría causar en mi mamá.

Ese fin de semana mi mamá tenía planeado un súperpaseo, con guía y todo, al nacimiento del Río Bogotá. Después de asegurarse con mi Hada veterinaria de que Monguí podía corretear por el Páramo a su edad y de comprarle un collar antipulgas y garrapatas tan sexy como el mío para salir al campo, se dispuso a concretar la cita: