13 Feb En busca del pescado podrido
A mi mamá no le gusta Bogotá, por el clima, el humo de las busetas, y los trancones. A mí el clima sí me gusta, pero como no tengo ni voz ni voto en esta relación materno-filial, a las pocas semanas de regresar a Colombia después de pasar más de medio año en España, me tocó embarcarme de nuevo en un vuelo con destino a Santa Marta.
El plan: pasar una semana solazándonos -es un eufemismo: yo lo llamo torrarnos- al sol, escuchando vallenato, oliendo redes de pescadores e intentando comer -o incluso revolcarme- en restos de pescado podrido a sus espaldas.