Querid@s amig@s y fans, estamos a punto de irnos a España por un par de meses y, en estos momentos de reflexión sobre lo que ocurrió en este tiempo, de ausencia, de tristeza, de alegría por los proyectos iniciados, y de agradecimiento por las bellísimas personas...

Al otro ángel que nos cuida, por estar pendiente de hasta cuando pestañea mi mamá.

A los artistas del Circo del Sol, por volar y hacer volar a otros. 

Mi papá adoptivo compró boletas hace unos meses para el Circo del Sol -el espectáculo llamado Corteo- en Bogotá.

Cuando llegaron anoche, mi mamá, con los ojos húmedos, brillantes, y una tímida sonrisa en la cara, me contó que, para su sorpresa, toda la trama giraba en torno a mi papá Steven: se trataba del funeral de un payaso igual de tierno, divertido, y sensible que él… Hasta tenía el cabello crespo.

-¿Sabes cómo es cuando conoces a alguien y sabes que es él?-.

De este modo se refería Laura a mi papá, con quien compartía su vida desde hacía un par de meses.

La conocimos, junto con mi abuelita, en su casa en diciembre. Ellos iban a vivir juntos en el apartamento que Steven acaba de comprar, una bonita casa, al norte de Bogotá que quería renovar con sus propias manos; y nosotras necesitábamos un nuevo techo antes de que Pecas acabara con todas nuestras pertenencias (aquí), por lo que mi papá, como siempre, deseoso de ayudar, nos puso en contacto.

Mi incontinencia sufrió su pico más agudo de todos los tiempos precisamente ese día:

Ayer mataron a mi papá Steven Heller, en la Vega, Colombia, para robarle su bicicleta.

Desde que escuché a mi mamá llorar, gritando su nombre, en el café de internet donde recibimos la noticia, estoy escondida tras la mesa, enredada entre los cables, inmóvil. Quienes se asoman sólo alcanzan a ver mis almohadillas traseras.