13 Jun Sumercé… ¿puede oírme?
A Diana Moncada y Gelber Rodríguez Cristancho, los humanos que me convirtieron en un decagenario feliz
Pst, psssst… ¿Puede oírme?
Sumercé, necesito su ayuda.
A Diana Moncada y Gelber Rodríguez Cristancho, los humanos que me convirtieron en un decagenario feliz
Pst, psssst… ¿Puede oírme?
Sumercé, necesito su ayuda.
La siguiente etapa de nuestro viaje es Silvia, Cauca, tierra de guambianos.
La carretera de San Agustín a Popayán, capital de la región, es tan tremebunda -con unos huecos que hacen que los pasajeros golpeen sus cabezas contra el techo- que mi mamá se salta todos sus principios educativos conmigo y, en lugar de viajar conmigo en el piso, como siempre, viajamos así la primera hora:
Como saben, en los dos últimos años, y puede decirse que "gracias" a mi atropello, pasé de ser una perra confinada a vivir en tres metros cuadrados de mi gasolinera natal -que recibía, por parte de aquellos que pasaban, un huesito de pollo, una patada, o la más fría indiferencia-; a viajar por medio mundo como embajadora de los perros criollos a este y al otro lado del océano.
Desde que nos conocemos escribí sobre mi recuperación, nuestra vida cotidiana, y sobre mis aventuras. En el día de hoy quiero tratar un tema bien peliagudo y que, estoy segura, hace meses que muchos de ustedes estaban esperando: cómo hacer posible su deseo de viajar con sus humanos.