05 Abr Bogotá Humana
A quien le arrojan palos, ya sea para jugar o para que me aleje del lugar ipso facto -como me ocurrió con unos trabajadores de la bien llamada Bogotá Humana (porque muy perrunos, la verdad, no fueron)-, generalmente es a mí.
Por eso mi mamá no sale de su asombro con lo que le ocurrió durante nuestro paseo de hoy: