Como Simba en su atalaya: Hacienda Betania

Inauguro esta sección, con el top de los “pet friendly”: Hacienda Betania, el hotel donde escribí mi primer libro.

Situado en las montañas de Guasca, Hacienda Betania es una casa con muros azules y tejado de paja con cinco habitaciones, una sala con chimenea y dos comedores.

Camila, Poly… Cada cuarto tiene un nombre, un color diferente y decoración perronalizada. Mi mamá, que conoce todos, dice que las camas son confortables, los amplios baños y las vistas espectaculares. Desde muchas de las ventanas puedes seguir los movimientos de las vacas en el potrero. También puedes contemplar las montañas y el embalse de Tominé. Berta, la dueña, te da permiso para defender cualquiera de ellas mientras no te subas a la cama. Yo lo intenté alguna vez y siempre me descubrieron, así que te recomiendo que te instales de una sobre el mullido tapete. Tienes libre acceso a los comedores, siempre que no marques o veles la mesa de otro huésped.

Las capillas de Siecha, a pocas zancadas de distancia

Cuando salgas a pasear por los potreros de los alrededores puedes jugar con otros treinta amigos perrunos que recogió Berta de la calle. Algunos en un estado parecido al mío cuando salí de la bomba. Son demasiado amigables, por eso, si vas en el fin de semana, Berta guardará a algunos de ellos en sus perreras para que no tumben a tus papás. También hay muchos pájaros, colibríes, mariposas y hasta una familia de búhos cuyos graznidos que hará que te tiemblen los pelos del bigote por las noches.

Si quieres correr en mitad de la naturaleza, lejos de carros y aglomeraciones de humanos, y sentirte igual que Simba sobre su atalaya, este es, sin duda, tu lugar.

 

Sin Comentarios

Publicar un comentario