Por Karen Herrera, Noticias Caracol Nuestra colombiana más internacional, Linda Guacharaca, sufrió una recaída de las múltiples dolencias que acarrea de los tiempos en los que sufrió un atropello mientras defendía una gasolinería de los Llanos orientales de nuestro país. La picadura de una garrapata valenciana...

Tendinitis o esguince.

Ese fue el diagnóstico de mi Hada Veterinaria cuando mi mamá le envió un video de su dedito, dolorido, colgante y sin fuerza, después de que ayer me detuviera cuando me lanzaba, con todos los colmillos al descubierto, sobre un compañero.

Ya tengo las patas de nuevo en casa, en mi nueva casa. El regreso a mi país fue traumático, mucho más traumático que pasar más de quince horas entre aviones y aeropuertos. Más, incluso, que permitir que otro bípedo o cuadrúpedo entre en mi terreno… Anabel...

Hoy, como otros tantos días, acompañé a mi mamá hasta el centro disfrutando de la algarabía y de los variados olores de la Carrera Séptima.

Una vez en la puerta de su Universidad, me hizo sentar y, a continuación, me dijo:

-Espérame aquí, Linda-, dándome, como siempre, una cariñosa palmadita en la cabeza.

A quien le arrojan palos, ya sea para jugar o para que me aleje del lugar ipso facto -como me ocurrió con unos trabajadores de la bien llamada Bogotá Humana (porque muy perrunos, la verdad, no fueron)-, generalmente es a mí.

Por eso mi mamá no sale de su asombro con lo que le ocurrió durante nuestro paseo de hoy:

Dedicado a Eco y a María V.

¿Hoy sí contará sus aventuras amazónicas? te preguntarás, con la cabeza pegada al techo de la intriga... En realidad, hoy te voy meter, más bien, en un profundo dilema diet-ético y moral: en lo que se llama, técnicamente hablando, un problemón.

Estás a tiempo de dejar la lectura, poniendo los ojos en blanco y exclamando -¿Qué hice para merecer esto? ¡Esta perra se volvió existencialista!- Pero si decides seguir adelante y tu vida no vuelve a ser la de antes, no digas que no te lo advertí.